En el calendario cristiano, el Jueves Santo se conmemora la última cena de Jesucristo con sus discípulos, antes de ser traicionado por Judas Iscariote y crucificado, el llamado Cena.
También se conmemora la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní. Después de la Última Cena, Jesús se dirigió al huerto, donde solía reunirse con sus discípulos a orar. Según los evangelios era un lugar que tanto Jesús como sus discípulos visitaban frecuentemente lo que permitió a Judas de encontrarlo. Los Evangelios describen la tristeza agónica que le asaltó en ese momento, y la actitud del Nazareno: orar y anunciar a los apóstoles que se acercaban los soldados que la iban a detener, guiados por Judas Iscariote.
Antes, el Jueves Santo era día de silencio, la gente no salía de casa, se practicaba ayunas y las campanas no marcaban las horas, como muestra de respeto. En algunos lugares, se celebran las procesiones de silencio, donde se escenifican la captura, la crucifixión, la agonía y muerte de Cristo.
Los motivos que impulsan todo un pueblo a celebrar este tipo de manifestación, luchando de lado para salir cada año con su de una manera airosa, no son necesariamente religiosos, aunque los actos que la configuran tengan este tipo. Los móviles que impelen a la gente a reunirse para compartir una ilusión común son muy diversos, y probablemente tan profundos que ni ellos mismos los conocen. Ateos, agnósticos y fieles, simpáticos y gruñones, niños, jóvenes y viejos, personas de diferente estatus sociales …, ninguno faltará a la cita, y si alguien no puede estar presente por alguna razón imperiosa, seguro que durante todo el día será la persona más malhumorada y enyoradissa de la tierra. Este es el gran misterio de la procesión de Verges.
El día de Jueves Santo en Verges, se podría dividir en dos partes (el gran día y la gran noche), que a la vez se subdividirían en dos más (mañana y tarde, y representación y procesión, respectivamente).